Aunque parezca mentira, Elena, la más pequeñaja fue la primera en despertarse. Le costó bastante, pero cuando lo consiguió plenamente, dio la voz de alarma y mi hermano Alberto y yo nos precipitamos al porche para ver si era de verdad y que regalos nos habían dejado.
Antes de mirar si teníamos regalos, comprobamos si se habían tomado la comida y bebida que les pusimos para que repusieran fuerzas Reyes y camellos. Como no habían dejado nada de lo que le preparamos anoche, solo las huellas de las pisadas de los camellos y los recipientes vacíos, era una señal inequívoca que Sus Majestades nos habían visitado.
Alberto todavía un poco dormido, empezó a desenvolver su regalo, mientras yo, ayudado por mi madre, me coloqué en un periquete el mío, pues era nada más y nada menos que un traje de El Zorro. Una pasada de traje, por lo que me apresuré a ir ante al espejo para comprobar como me quedaba.
Estábamos muy contentos pues nos habían dejado los regalos que habíamos pedido. Eran modestos, pues este año no queríamos abusar de los Reyes, pues nos había advertido que estaban con dificultades económicas, como casi todo el mundo.
Alberto, ayudado por mi tita Ana, se puso en seguida a jugar con su regalo. Un precioso coche, como no podía ser de otra manera. Elena, con sus ocho meses, parece que se quedó algo sorprendida con nuestros regalos, pues a ella solo le había dejado una preciosa taza para el desayuno. Como es muy pequeña y son sus primeros Reyes, no sabe que más tarde vendran los regalos que siempre dejan en otras casas para nosotros.
Como ya soy veterano con la Fiesta de Reyes, lo primero que hice después de transformarme en El Zorro, fue zamparme un buen bol de cereales con leche. Había que reponer fuerzas antes de salir a la calle a esperar las emociones que todavía nos quedaban por vivir.
Esta fiesta, en mi casa y en la de mis abuelos , se convierte todos los años en todo un acontecimiento y dura todo el día, pues a media mañana llegan los los primos mayores y pequeños y se arna la revolución.
El primero en llegar, antes que los primos, fue el vecino Paco; traía los regalos que como todos los años, los Reyes dejan en su casa para nosotros. Coches para Alberto y para mí, y una preciosa muñeca para Elena. Le agradecimos el detalle de haber pedido otro año más regalos para nosotros y haciendo de paje, traérmoslos orgulloso a casa. ¡Todo un detalle del vecino!
La mañana se iba animando por momentos, pues empezaban a llegar primos y la fiesta anual más importante de la familia Lorca Vera, estaba a punto de empezar. La abuela, mamá y papa, y los titos Domingo y Ana, se había esforzado en preparar el salón de celebraciones para que todo saliera perfecto. Pero esto, no toca en este post..., lo dejamos para el próximo.
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