Este bonito paisaje de la
Huerta de Murcia con la sierra al fondo, es parte de la denominada
Cordillera Sur. A la izquierda tenemos el
Monte Miravete con
Torreagüera a sus pies. En el centro
Beniaján y al fondo, a la derecha, la
Cresta del Gallo, singular estribación que corona los pueblos de
Los Garres y Algezares. Más allá, fuera de la foto , queda
Santo Ángel y La Alberca. En primer plano se aprecia el Camino
Viejo de Orihuela, una vía de comunicación muy antigua, que discurre paralela a la margen derecha del
Río Segura. Junto a este serpenteante camino, vivo yo. Mi casa queda a un kilómetro aproximadamente, siguiendo este vial con pretensiones de carretera.
Todo este conjunto montañoso que vemos a diario los que vivimos en la zona, forma parte del Parque Regional de Carrascoy y el Valle.
El Valle lo tenemos muy cerca y todos los murcianos podemos disfrutar de su belleza. Tan solo desplazándonos unos kilómetros, encontramos, sin solución de continuidad, sitios como éste, que nos hacen sentir en un corto espacio de tiempo el contraste de pasar del encanto de la fértil huerta poblada de naranjos y limoneros, a este maravilloso bosque de pinos con el sol fíltrándose entre ellos, que parece
transportarnos a otros lugares más
lejanos, cuando en la realidad solo
hemos invertido unos minutos en
pasar de un sitio al otro.
Yo no conocía el monte de El Valle. Por lo que a mediados de Enero, mi mami y mi tita Ana, nos abrigamos bien y subimos a disfrutar de una pequeña excursión para conocerlo.
Aunque este parque se distingue por ser la mayor reserva de búho real de Europa, no teníamos esperanzas de ver alguno. Son animales de hábitos nocturnos y nosotros fuimos por la mañana.
Como era previsible, no vimos ningún búho, pero nos conformamos siguiendo los rápidos y nerviosos movimientos de esta ardilla, que nos hizo pasar un buen rato intentando seguirla en su alocada carrera entre los pinos, hasta que la perdimos.
Después,
la tita Ana, se puso a recoger piñas secas
de las que habían caído de los pinos, al objeto de acopiar combustible para la estufa, mientras yo, embobado todavía por el espectáculo circense de la ardilla, intentaba sin éxito localizarla.
Cuando me di cuenta que había desaparecido y no había modo de verla de nuevo, me puse afanoso a ayudar a mi tita a recoger piñas, mientras mamá nos hacía las fotos.
Paramos un poco para reponer fuerzas mientras mi tita Ana recogía la instantánea del momento. Aunque parezco estar rendido en brazos de mi madre, haciendo el merecido descanso, lo que estoy pensando y a punto de llevar a efecto, es realizar mi primera escalada de montaña.
Dicho sea en honor a la verdad, no me costó mucho trabajo mi primer contacto con el alpinismo. Gracias a la inestimable ayuda de la
"Sherpa Ahnak" (mi tita, je, je, je...) y mi decisión por conseguirlo, logré hacer
cima esa misma mañana. sin oxígeno, sin equipo y ni siquiera aclimatación previa. En fin..., todo un reto.
No es un "ocho mil", ni mucho menos, pero solo tengo tres años y mucha imaginación.