Para Elena era su primer Bando, y aunque se vistió se quedó en casa, por que como es muy pequeña no iba a poder soportar el ajetreo.
Mientras tanto, me hicieron unas foticos en la fuente. Lo del pañuelo anudado a la cabeza no es estrictamente complemento ortodoxo, pero quise darle un toque Lyoko a mi indumentaria huertana que a mí personalmente me gustaba bastante. ¿A que mola de verdad?
Aquí la familia al completo, excepto Alberto. Papá no pudo unirse a la fiesta, aunque estuvo en ella, pero trabajando.
Los reyes de la casa, con la tita Ana y mamá... Y en las ramas del naranjo, brotan flores a su paso, huertanicas de mi amooooor....
Elena se quedó un poco triste cuando nos marchamos cerca de medio día, cuando llegamos, Murcia estaba a rebosar, como se suele decir no cabía ni un alfiler, puesto que churubitos y huertanos como un inmenso manto de refajos de mil colores y zaragüeles inmaculadamente blancos, cubría todos los rincones de Murcia.
En el Paseo de Alfonso X el Sabio, nos ubicamos al principio. Es un precioso bulevar sombreado con castaños de indias pero desde hace muchos años se le conoce por el Tontódromo, pues era el sitio preferido de paseo de la gente bien y de los quieroynopuedo; según dice mi abuelo de ahí le viene el mote. Lo mismo también él contribuyó con algún paseo con mi abuela Eli..., ¡vaya usted a saber!,... je,je,je...
En la foto, mi tita Ana, las primas Jose con su marido, Mª Cruz, Inma, Rosa, Rosarito, mi mamá y yo.
El sitio es ideal para charlar, pasear (cuando no hay overbookingn), charlar, encontrase con amigos y sobre todo (los mayores), tomarse unas cervecitas con sus correspondiente tapas. En fin que se pasa muy bien como lo demuestran mi tita Ana y la prima Rosa, sumidas en animada charla.
Después nos trasladamos a la Plaza Circular, antes llamada Rotonda o Redonda y después del Generalísimo. Este último nombre siempre según mi abuelo, muy bien desrotulada por la democracia; señora que no conozco pero que todo el mundo habla de ella.
Bueno, pues..., en esa zona me tomé un bocata, un refresco y un helado y además conseguí, insistiendo, que me compraran una espada muy chuli de Código Lyoko. El día transcurría de maravilla y no tenía tiempo para aburrirme.
Allí me encontré con el burro Enrique, que al principio me puso en guardia, pues desconocía sus intenciones. Después supe que era primo del burro Pepe y cuando le dije que conocía a Pepe, se puso muy contento y me dijo que le saludara de su parte cuando lo viese. Este fin de semana, sin falta, pasaré a ver al burro Pepe para darle el recado.
La tarde se estaba acabando cuando volvimos nuevamente por Alfonso X, que ya estaba bastante más despejado que cuando llegamos a mediodía. Nos encontramos con mi amiga Aurorita que iba acompañada por sus padres, Nacho y Aurora. Ella también portaba espada y pasamos un buen rato jugando y fingiendo que luchábamos.
Las últimas luces de un maravilloso día desaparecieron y la noche nos cubrió con su oscuro manto. La luz de las farolas daba un mágico tono amarillento a los árboles del paseo que multiplicaban sus sombras. Me encontraba rendido y bastante menos impoluto que cuando llegamos, no podía más y el sueño se apoderó de mí.
Las últimas luces de un maravilloso día desaparecieron y la noche nos cubrió con su oscuro manto. La luz de las farolas daba un mágico tono amarillento a los árboles del paseo que multiplicaban sus sombras. Me encontraba rendido y bastante menos impoluto que cuando llegamos, no podía más y el sueño se apoderó de mí.
No puedo seguir..., solo pediros perdón por lo del chupete; me lo estoy dejando...