Siguen las temperaturas veraniegas, cuando aún falta tres semanas para que llegue la primavera.
Estamos en el porche, porque el sol calienta y el
termómetro marca casi 30 grados. Mis abuelos y mi tita Ana me tienen "rodeado" y yo aprovecho la concurrencia de público para "hacerles gracias".
¡Los tengo en el bote!
La tita
Ana, sin pereza (o disimulándola), se lanza a la piscina, se hace unos largos y se pone a tomar el sol, mientras contempla divertida al tito
Domingo, que para no ser menos también se ha lanzado.
El tito nada frenéticamente y acompaña las brazadas dándose gritos de ánimo. La verdad que hace un sol espléndido pero el agua está a
18 grados y si no braceas con energía "
te quedas tieso". Papá que es más prudente, declina la invitación y mamá se queda con ganas, pero reflexiona y prefiere que yo
"coma de caliente".
La
Milú perpleja, da vueltas alrededor de la piscina ladrando como una posesa, a lo mejor es más cuerda que los bañistas.
Yo me aprovecho del buen tiempo y me he/han tumbado sobre un lecho de plantas de
agrillo y estoy disfrutando de lo lindo. El año que viene lo haré yo solo y sin manta, pues dice mi madre y mis titos, que ellos de pequeños practicaban el saludable deporte de
"revolcarse en el agrillo" y se lo pasaban bomba.